Por Marcos Cardozo
La urgencia de la pandemia parece no haber impedido los reclamos medioambientales en la
provincia de Chubut, que durante años viene acarreando una crisis institucional muy singular
en el país. El malestar que habita entre los chubutenses para con el gobierno provincial y, con
especial interés, en la figura de Mariano Arcioni, no es casual, ya que, desde el primer día en el
ejercicio del poder, el gobernador cajoneó su slogan de campaña en contra de la megaminería
para darse vuelta en favor de los intereses corporativos de las mineras.
Para Viviana Moreno, integrante de la primera asamblea en contra de la megaminería en el
país, esta actitud de Arcioni no le sorprende, ya que sostiene que por la provincia pasaron
políticos de todos los colores y muchos terminan por venderse al mejor postor. Además,
recuerda que esta batalla la da la ciudadanía a pie, en un momento, donde muchos
chubutenses, no encuentran representación ni en los políticos ni en las instituciones que están
vaciadas al servicio de las multinacionales.
El problema de la megaminería en la provincia nace en un momento muy delicado para el país,
cuando en la época del 2001 se descubre una mina de oro importante en Esquel, por lo que la
empresa canadiense Meridian Gold, se hace de los derechos de explotación y al año siguiente
se instala en la provincia. Pero según cuenta Viviana, el conflicto estalló cuando se enteraron
que proyecto minero, se iba a realizar durante 12 años con uso de 6 toneladas cianuro de
sodio, material altamente toxico, y los residuos quedarían a perpetuidad en un piletón.
Desde entonces se conformaron distintas asambleas que, si bien tuvieron varios embates,
lograron generar una conciencia activa en la población en relación a cuestiones
medioambientales. “Los resultados quedaron a la vista, se ganó un plebiscito por el 82% que
rechazaba de cuajo el proyecto de megaminería”, recordaba sonriente la asambleísta.
La chubutense sostiene tajantemente que no hay forma menos nociva de llevar adelante la
megaminería porque no es rentable. “El pueblo dijo no a la destrucción del suelo donde vive,
por eso desde el poder se busca criminalizar los reclamos y hostigar constantemente a la
población, no solo con la violencia policial y paraestatal sino con salarios que no se pagan hace
meses”, relata Viviana. Y es que la situación en Chubut es dramática, es una olla de presión a
punto de estallar que deberíamos mirar más de cerca, especialmente, en momentos de
convulsión social y política que vive la región
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