INVESTIGACIÓN | Los filtros de belleza y su impacto psicológico

Por Brenda Dialoy y Joan Marc Pradas

Los filtros de belleza se han convertido en una herramienta común en los usuarios de las redes sociales, los cuales afectan de forma negativa en la autoestima de los jóvenes. En una investigación realizada con el objetivo de entender los efectos de los filtros de belleza, se efectuó una encuesta en la que participaron más de 20.000 jóvenes. El 60% de los encuestados afirmó que los filtros pueden afectar psicológicamente a las personas y consolidan la idea dada por especialistas, la cual indica que es una herramienta perjudicial para la autoestima y la percepción de la belleza en los usuarios.

En la vida de los jóvenes se convirtió rutinario compartir con otros usuarios constantemente su dia a dia: mostrar con quienes están, qué ropa llevan puesta, qué están haciendo y hasta qué comen. Lo cierto es que esa realidad mostrada a través de las plataformas digitales puede ser alterada por los filtros. Su uso está relacionado a la creatividad, diversión o fines estéticos que se dan a través de filtros de belleza que transforman los rasgos faciales de las personas, desde afinar la nariz, lucir ojos claros, agregar pecas o agrandar el tamaño de la boca. Esta manera de distorsionar la apariencia física en cuestión de minutos puede provocar un cambio en la autopercepción física y el propio concepto de belleza. “Los filtros aportan inconscientemente a la creación e imposición social de los estereotipos hegemónicos de belleza que causan sufrimiento en algunas personas por no poder encajar en ellos” argumentó Melanie Pincini, una de las jóvenes encuestadas.

En la encuesta realizada, también se obtuvieron opiniones por parte de jóvenes varones con respecto a los filtros de belleza. Ramiro Ballero, un joven de 21 años, compartió su experiencia comentando que “los filtros de belleza fomentan la inseguridad y los estereotipos de perfección, los cuales incitan a la gente a mostrarse de una manera que no son”.

Los filtros son un reflejo de las exigencias impuestas por la sociedad occidental y en algunos casos puede llevar al suicidio de aquellos adolescentes que lo utilizan, afirmó el psicólogo Ricardo Ferrari en una entrevista realizada el lunes pasado. “Para las personas que no han sido educadas en un pensamiento crítico y cuestionador que sea capaz de desautorizar determinados mandatos culturales, la situación de los filtros puede llevar a episodios depresivos e inclusive podría llegar hasta el suicidio”

Además, el especialista mencionaba que los filtros pueden afectar psicológicamente de diferentes maneras según la historia singular de cada persona. Aquí también entra en juego el bullying entre adolescentes, que agudiza esta situación y encuentran en los filtros, una escapatoria a los ataques y a los pensamientos internos que pueden tener los jóvenes al no creerse suficientes a los ojos de la sociedad. En relación al bullying, según datos de la Unesco, cuatro de cada diez estudiantes secundarios admite haber padecido el acoso escolar. El 18% de los chicos confesó sufrir burlas de sus compañeros de manera habitual, un dato alarmante, ya que estudios afirman que esto genera en la víctima ausencia de valores, límites y reglas de convivencia; al recibir ataques a través violentos e intimidantes, aprenden a resolver los problemas y las dificultades con la violencia.

En ocasiones los efectos psicológicos que tienen los filtros de belleza derivan en que esos cambios físicos se quieren tornar una realidad. “Muchas jóvenes vienen al consultorio convencidas de querer tener los labios pulposos de los filtros de instagram y consultando si es posible llegar a ese resultado” asegura el cirujano plástico y subdirector del Centro médico “F”, Dr. Alexis Fernandez.

Alejandra Balostro, una joven de 24 años que aportó a la encuesta, reconoció seguir a influencers que utilizan los filtros de belleza como herramienta a la hora de mostrar contenido a los usuarios y asegura que “estamos constantemente consumiendo un status de belleza que no es real”. Así mismo, Micaela Prietto, agregó “los filtros de belleza distorsionan la realidad y hay muchas chicas que toman eso como parámetro, comparándose con un filtro que supuestamente muestra lo que es perfecto”.

En el Reino Unido se cuestionó el uso de los filtros por parte de los influencers. Dado el flujo de usuarios que manejan, el organismo regulador de publicidad lanzó una nueva normativa prohibiendo el uso de los filtros, ya que se consideran engañosos y contribuyen a una visión distorsionada de la imagen.

Una investigación realizada por el Programa para la Autoestima de Dove, en concordancia con la encuesta, demostró que el uso de las redes sociales por parte de niñas y adolescentes afecta en gran medida a su autoestima. Un 80% de las niñas de 13 años ha usado un filtro o una app con el objetivo de cambiar su apariencia en fotos, mientras que un 32% de ellas dijo que siempre cambia algo de su apariencia en las imágenes que publica en redes sociales. Según el mismo estudio, el 52% de las niñas que pasa entre 10 y 30 minutos editando sus fotos tiene una autoestima baja, el 29% se siente menos hermosa después de ver fotos de sus amigas.

La psicóloga Pamela Larrain argumenta que el uso de filtros podría afectar en adolescentes de la misma forma en que, históricamente, los medios de comunicación han afectado en la autoestima y seguridad de todos, al publicitar estándares de belleza que son irreales. “Lo mismo pasa hoy en día con el uso de los filtros en redes sociales, donde se desvirtúa una realidad y se ejerce una presión de tener que alcanzar estos prototipos de belleza o de éxito” comentó la especialista.

Los filtros de belleza se convirtieron en un fenómeno mundial en que niños, adolescentes, jóvenes, madres, padres e incluso abuelas han utilizado esta herramienta alguna vez, es decir, trasciende generaciones. Al principio era algo más exclusivo, ya que sólo los usuarios de la aplicación Snapchat, una plataforma orientada a adolescentes, la utilizaban, pero al adquirirlo Instagram, una red social más masiva, se volvió un instrumento de recreación, diversión, belleza e imagen, pero que puede ser nocivo y afectar de forma negativa la salud mental de sus usuarios, sobretodo de jóvenes y adolescentes.

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